XIII Edicion de los premios MAX.
Y el premio es para.... La expectativa ha sido la gran ausente en la ceremonia de entrega de los prestigiosos Premios Max de teatro, que se celebró el pasado día 3 de mayo en el Museo Reina Sofía bajo un ambiente distendido y predecible y en la cual se encontraba nominada la compañía cacereña Karlik Danza Teatro con su espectáculo “Princesas”.

Tras una pifia garrafal por parte de los encargados de la web de la SGAE -encargada de la organización de los Premios Max-, la lista de ganadores ha sido publicada antes de la ceremonia en la edición digital de EL PAÍS.

Entre los asistentes distinguía el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa; el director general del INAEM, Félix Palomero; el cineasta José Luis Borau; la delegada de las artes del Ayuntamiento de Madrid, Alicia Moreno; los cantantes Caco Senante, Jaume Sisa y Marina Rosell; y actores como Magui Mira, Lluvia Rojo y Miranda Gas.
Carlos Hipólito, maestro de ceremonias, comenzó la sesión llamando la atención sobre el esfuerzo que implica organizar los premios en una coyuntura de crisis económica. "¿En estos tiempos de escasez podemos permitirnos eventos tan fastuosos?" Se ha encargado también de la respuesta: para recrear el glamour, no siempre se "necesita un alto presupuesto".

Acompañado por intérpretes disfrazados de Federico García Lorca (de blanco y pajarita negra), Ramón María del Valle Inclán (bufanda blanca), Miguel Mihura (traje tweed y chaleco verde), Margarita Xirgu (de negro) y Antonia Mercé (con falda morada a pepas negras), Carlos Hipólito ha entregado los galardones desde un escenario revestido de parque, con bancos y faroles que alumbraban a un grupo de cuatro músicos callejeros, con sus instrumentos de cuerda y estuches abiertos para las monedas. "Pobre Max" dijo Valle Inclán, "después de un nombre tan imperfecto (los premios reciben el nombre de su personaje Max Estrella), va repartiendo los premios que nunca le tocaron".

El ganador del premio a Mejor Director de Música, Mario Gas, por Muerte de un viajante, ha lamentado, con fina ironía, la inasistencia a la gala de su hermano Manuel (fallecido el año pasado en Barcelona). Alfonso Lara, galardonado con el premio a mejor actor de reparto, ha dedicado la distinción a todos los actores que "no tienen la posibilidad de estar aquí. También a los que ni siquiera tienen la posibilidad de actuar". Roberto Álamo, ganador del premio a Mejor actor por Urtain, ha dirigido el premio a su familia, tanto la española como la colombiana, y a "Urtain y esa generación de seres humanos que no tuvieron tiempo de decir una vez más 'te quiero'".
Lamentablemente, el espectáculo de la compañía Karlik se quedó, por tercera vez ya, a las puertas de su ansiado y esperado MAX.

Seguro que lo conseguirán...pues ahora cuentan con polvo de hadas...

Mutis.
La Importancia de Llamarse Ernesto
El joven caballero Jack Worthing, a fin de pasar el mayor tiempo posible divirtiéndose en Londres, se ha inventado a un hermano menor por el que velar, cuyo nombre diceque es Ernest, aunque es él quien adopta ese nombre en la ciudad en su vida de juergas. Con ese nombre conquista y pide matrimonio a Gwendolen, hija de Lady Bracknell y prima de su camarada de diversiones, Algernon Moncrieff, quien también excusa sus frecuentes desapariciones con la existencia de un imaginario amigo con muy mala salud y al que siempre debe cuidar. Gwendolen le dice a Jack que acepta casarse con él porque se llama Ernest (que suena igual que earnest, “serio” o “formal” en inglés), un nombre que a ella la subyuga y que no se casaría con él si se llamara de otra manera, por lo que él se plantea en secreto bautizarse de nuevo. No obstante, hay un problema más grave para su matrimonio: lady Bracknell se niega a dar su autorización debido a que Jack-Ernest, aunque tiene una posición y el futuro garantizado, no conoce sus orígenes, puesto que apareció en el bolso consignado en una estación y fue adoptado por un caballero. El segundo acto de la comedia se desarrolla en el jardín de la finca campestre de Jack-Ernest, donde en ausencia de éste aparece repentinamente Algernon haciéndose pasar por el disoluto hermano de Jack, Ernest, y bajo esta identidad conquista y pide matrimonio a la ahijada de Jack, Cecily, la cual afirma también que el nombre de Ernest la subyuga y que sólo sería capaz de casarse con un Ernest, lo cual hace que Algernon concierte con el párraco cita para rebautizarse, media hora después de la que ha fijado Jack para hacer lo mismo. Gwendolen llega a la casa y tiene un conversación con Cecily en la que acaban disputando por creer que ambas están prometidas al mismo hombre, Ernest Worthing.

La llegada de los dos hombres aclara que no es así y también pone en evidencia las mentiras que cada uno ha soltado a su prometida. En el tercer acto (en el interior de la casa campestre) todo llega a un final feliz. Gracias a la información suministrada por la institutriz de Cecily, lady Bracknell llega a la conclusión de que Jack-Ernest es en realidad hijo de su fallecida hermana, madre igualmente de Algernon, y que el nombre del muchacho es el mismo que el de su fallecido padre, Ernest Jack, con lo que Jack-Ernest afronta la terrible evidencia de que durante todo el tiempo ha estado diciendo la verdad aún creyendo que no lo hacía.
Aunque subyugado por la trivialidad, Oscar Wilde no deja de trazar una aguda caricatura de los comportamientos de la gente bien de la Inglaterra de su época. Cada personaje es un divertido cínico y sigue conscientemente las normas que sabe vigentes y no las que señala el manual de buenas maneras. Las muchachas están dispuestas a tragarse las excusas que les plantean sus respectivos novios después de haberlas engañado porque saben que son buenos partidos y están deseando hacerlo, y por tanto, prefieren agarrarse a lo bien dicho que están sus increibles justificaciones y olvidar el contenido: “En los asuntos de importancia, el estilo y no la sinceridad, es lo esencial”. Ellos, naturalmente, saben que el juego está en ocultar lo desagradable por muy verdadero que sea y ensalzar lo agradable por muy inexistente que también sea: “La verdad no es la clase de cosas que uno le dice a una chica guapa y refinada”. La matrona lady Bracknell, como experta y responsable de que las normas sigan en funcionamiento, imparte sus lecciones con el mismo cinismo. Para defender a su sobrino como buen partido, dice: “No es nada, pero lo aparenta todo. ¿Qué más se puede pedir?” A la hora de valorar las virtudes de Jack como pretendiente de su sobrina, la señora alaba la ignorancia que el muchacho alega: “La ignorancia es como un delicado fruto tropical. Tocadla y la flor se marchita”. Jack y Algernon son naturalmente flores de diversión. No entiendenel mundo de otro forma. Las mujeres, desde luego, están para eso. “La única manera posible de comportarse ante una mujer es cortejarla si es guapa y cortejar a otra si no lo es”. Cuando el mayordomo de Jack habla con ligereza del matrimonio, el joven caballero se preocupa, porque “si las clases inferiores no nos dan buen ejemplo, no sé para qué están”.La comedia (aunque en el último acto parece bajar un poquito en su nivel) fluye con un gran dinamismo. Cada situación tiene su elemento de hilaridad y casi cada frase es un chiste.

Mutis.
Wilde
La siguiente parada de nuestro viaje por las letras del teatro ha sido “La importancia de llamarse Ernesto” escrita en 1895 por un gigante de las letras (afirmación nada gratuita y que no hace referencia solo a su enorme talento, pues era realmente corpulento y media mas del metro noventa), el irlandés Oscar Wilde. Merece la pena que nos detengamos en conocer un poco la vida trágica y genial de un hombre que no quiso someterse a las rígidas normas de la mojigata y, en numerosas ocasiones, hipócrita sociedad victoriana pagando severamente las consecuencias de su rebeldía. Su necesidad de vivir la vida a grandes sorbos y su concepción de el “arte por el arte” como forma de expresar lo efímero de lo bello y la juventud que nos conduce irremediablemente a la decadencia física que nos impone el tiempo son los ejes sobre los cuales gira gran parte de la temática que trata en sus obras. Un esteticismo y una decadencia que le obsesionaba. Una decadencia a la que siempre se resistió.

Oscar Wilde es un libre pensador constreñido por la sociedad en la que le tocó vivir. Un espiritu jovial y rebelde que siempre intentó callar, sin éxito. Un hombre algo adelantado a las ideas de su época.

Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral, gran exponente del esteticismo, cuya principal característica era la defensa del arte por el arte. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde nació el 16 de octubre de 1854, en Dublín y estudió en el Trinity College de esa ciudad. De joven solía participar en las reuniones literarias organizadas por su madre. Más tarde, siendo estudiante de la Universidad de Oxford, destacó en el estudio de los clásicos y escribió poesía; su extenso poema “Ravenna” ganó el prestigioso premio Newdigate en 1878, y convirtió el estilo bohemio de su juventud en una filosofía de vida. En Oxford, recogió la influencia de innovadores estéticos como los escritores Walter Pater y John Ruskin. De carácter excéntrico, el joven Wilde llevaba el pelo largo y vestía pantalones de montar de terciopelo. Su habitación estaba repleta de objetos de arte, como girasoles, plumas de pavo real y porcelanas de china. Sus actitudes y modales fueron repetidamente ridiculizados en la publicación satírica Punch y en la ópera cómica de Gilbert y Sullivan “Paciencia”.

A pesar de ello, su ingenio y su talento le hicieron ganar innumerables admiradores. Su primer libro fue “Poemas” (1881), y su primera obra teatral, “Vera o los nihilistas” (1882), se representó por primera vez en Nueva York, ciudad en la que el autor se encontraba por entonces, de paso en una larga gira de conferencias por los Estados Unidos. Tras ella, se estableció en Londres y, en 1884, se casó con una mujer irlandesa muy rica, Constance Lloyd, con la que tuvo dos hijos. A partir de entonces, se dedicó exclusivamente a la literatura. Entre sus primeras obras se cuentan dos colecciones de historias fantásticas, escritas para sus hijos, “El príncipe feliz” (1888) y “La casa de las granadas” (1892), y un conjunto de cuentos breves, “El crimen de lord Arthur Saville” (1891). Su única novela, “El retrato de Dorian Gray” (1891), es una melodramática historia de decadencia moral, que destaca por su brillante estilo epigramático. Aunque el autor describe todo el proceso de la corrupción del protagonista y, a través del sorprendente final, defiende la lucha contra la degradación moral, los críticos de su tiempo continuaron considerándole un inmoral. Las obras teatrales más personales e interesantes de Wilde fueron las cuatro comedias “El abanico de lady Windermere” (1892), “Una mujer sin importancia” (1893), “Un marido ideal” (1895) y “La importancia de llamarse Ernesto” (1895), caracterizadas por unos argumentos hábilmente entretejidos y por sus ingeniosos diálogos.

En 1895, en la cima de su carrera, se convirtió en la figura central del más sonado proceso judicial del siglo, que consiguió escandalizar a toda la mojigata clase media de la Inglaterra victoriana. Wilde, que había mantenido una íntima amistad con Lord Alfred Douglas (conocido como Bosie). Al enterarse el padre de éste, el marqués de Queensberry, le dejó una nota a Wilde en el club que frecuentaba: "To Oscar Wilde posing as a somdomite." (SIC) (Traducción aproximada: "A Oscar Wilde, que alardea de sodomita"). El escritor, animado por Bosie, denunció al marqués por calumnias, esgrimiendo la amoralidad del arte como defensa. Sin embargo, Óscar Wilde terminó siendo denunciado y procesado. Condenado a dos años de trabajos forzados en el juicio celebrado en mayo de 1895, salió de la prisión arruinado material y espiritualmente. Una ruina mental de la que ya nunca se recuperaría.

A pesar de su escasa experiencia dramática, consiguió demostrar un talento innato para los efectos teatrales y para la farsa, y aplicó a estas obras algunos de los métodos creativos que solía utilizar en sus restantes obras, como las paradojas en forma de refrán inverso, algunas de las cuales han llegado a hacerse muy famosas: -Experiencia es el nombre que cada uno da a sus propios errores- o -¿Qué es un cínico? Una persona que conoce el precio de todo y el valor de nada-. En contraste con sus comedias, “Salomé” es una obra teatral seria acerca de la pasión obsesiva. Originalmente escrita en francés, la estrenó en París en 1894 la reconocida actriz Sarah Bernhardt. Posteriormente, el compositor alemán Richard Strauss compuso una ópera homónima basada en ella. Lord Alfred Douglas la tradujo al inglés, en 1894, y el artista ebast Beardsley la ilustró. En la cárcel, Wilde escribió “De profundis” (1895), una extensa carta de arrepentimiento por su pasado estilo de vida. Algunos críticos la han considerado una obra extremadamente reveladora; otros, en cambio, una explosión sentimental muy poco sincera. “La balada de la cárcel de Reading” (1898), escrito en Berneval, Francia, muy poco después de salir de prisión, y publicado anónimamente en Inglaterra, es uno de sus poemas más poderosos. En él retrata la dureza de la vida en la cárcel y la desesperación de los presos, con un lenguaje bello y cadencioso. Durante muchos años, el nombre de Oscar Wilde sobrellevó el estigma impuesto por la puritana sociedad victoriana. En la actualidad, el artista que se esconde tras ese nombre ha sido reconocido como un brillante crítico social, y sus obras mantienen una vigencia universal.

Desengañado de la sociedad inglesa, en mayo de 1897 Oscar abandona definitivamente la cárcel. Pasó el resto de su vida en París, y se traslada ese mismo día a un pueblito costero al norte de este país, viviendo bajo el nombre falso de ebastián Melmoth. Allí, y de la mano de un sacerdote irlandés de la Iglesia de San José se convirtió al catolicismo, fe en la que murió en 1900.

Como muestra del gran talento de Wilde aquí os dejamos unas frases o reflexiones que dan buena muestra de su pensamiento y del gran e irónico conversador que debió ser.
Disfrutadlas.

Mutis.

"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante."

"Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame."

"Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas."

"No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea."

"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."

"Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo. "

"Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche."

"La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse."

"La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros" errores.

"Las preguntas no son nunca indiscretas. Las respuestas, a veces sí."


O. Wilde.
Para siempre Cyrano.

Que delicia poder encontrarse con una obra protagonizada por un personaje de la altura de Cyrano de Bergerac. Un personaje que, nos guste o no, nos identifiquemos con él o no, no deja indiferente a nadie. Y eso ya es un triunfo. ¿Cuántas veces habremos leído la pieza, repasado nuestros fragmentos favoritos hasta memorizarlos? ¿Cuántas veces nos habremos visto con nuestro corazón henchido con los versos de Rostand? ¿Cuántas veces habremos deseado vernos en la platea de un corral de comedias desafiando al mundo con nuestro “…y al finalizar, os hiero”?

¿Cuántas veces hemos soñado con ser Cyrano? Y no nos damos cuenta de que hay un Cyrano dentro de todos nosotros. Quizá ahí radique el éxito universal de esta obra y de este personaje. Pero antes de hablar de él conozcamos un poco a su “padre” literario.

Edmond Rostand nació en el seno de una familia acomodada en Marsella donde permaneció hasta comenzar sus estudios de derecho en París. Allí se estableció posteriormente sin ejercer su profesión. En 1888 escribió su primera obra de teatro: Le gant rouge seguido de un volumen de poesía en 1890 Les musardises. Ese mismo año contrajo matrimonio con la poetisa Rosemonde Gérard. Tuvieron dos hijos Maurice Rostand en 1891 y Jean Rostand en 1894.

En 1894 presentó una comedia teatral exitosa: Les romanesques. Pero fue su obra Cyrano de Bergerac estrenada el 28 de diciembre de 1897 la que le aportó una inmensa gloria. Su temor al fracaso con esta obra fue tal que llegó a reunir a sus actores unos minutos antes de la primera representación para pedirles perdón por haberles involucrado en una obra tan arriesgada. A partir del entreacto la sala aplaudía de pie y Rostand fue felicitado por un ministro del gobierno tras su finalización entregándole su propia medalla de la Legión de honor para felicitarle añadiendo que: “tan solo se está adelantando ligeramente en el tiempo con esta condecoración”. La obra finalizó con veinte minutos de aplauso interrumpido por parte del público. Impresionante.

¿Pero existió realmente un coloso de la talla del Señor de Bergerac? Pues si.

Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac nació el 6 de marzo de 1619 en París y falleció un 28 de julio de 1655 en Sannois, a los 36 años de edad, como consecuencia de las importantes heridas recibidas al caerle una gran viga encima.

Escritor francés de nacimiento y de alma, contemporáneo de Boileau y de Molière, poeta y libre-pensador, arrogante y fantasioso, firmaba sus escritos con nombres más o menos imaginarios que él hacía suyos. En 1638 adopta el nombre de Bergerac que correspondía a las tierras que pudo comprar su abuelo (Savinien I de Cyrano) al enriquecerse con su negocio de pescadería, y gracias a lo cual la familia de Hercule-Savinien entró en el círculo de la pequeña nobleza.

Su infancia transcurrió en Saint-Forget (actualmente Yvelines) trasladándose a París, donde escogió la vida militar, pasando a la fama por su valor rozando la audacia y sus numerosos duelos.

Retirado de la vida militar tras recibir una herida en la garganta durante el sitio de Arrás, contra las tropas españolas, comenzó a estudiar filosofía con Pierre Gassendi.

Es recordado como un de los más trascendentes escritores del seiscientos francés, con una enorme versatilidad que le permitía alternar entre la novela, dramaturgia y sátira. Figura polémica, se lo discutió y censuró en diversas oportunidades, considerándoselo “un mártir libre-pensador”, (Paul Lacroix); un “científico incomprendido” (Pierre Jupont); un “libertino sin arte ni parte” (Lechevre); un “racionalista militante” (Weber), y “pretendido alquimista” (Eugène Canseliet).

Aunaba, pues, todos los atavíos de la genialidad.

En la obra que lleva su nombre es el protagonista indiscutible, aguerrido soldado, verborrágico poeta, orgulloso hasta la necedad, tan dado a las bravatas como a las causas nobles, y un oculto romántico, todo ello enmarcado por una enorme y grotesca nariz. Claro que este poco sutil apéndice nasal lo mantiene alejado de las mujeres, en particular de su prima Roxana, a quien ama desde su niñez.

En cierto momento, Roxana, ignorante del amor que Cyrano profesa por ella, le confiesa estar enamorada del joven Cristián, un nuevo recluta del cuerpo de los Cadetes de la Gascuña, al cual su primo pertenece y tiene fuerte ascendencia. Roxane le pide que lo ponga bajo su ala protectora. Cyrano, entonces, propone a Cristián, tan guapo como tosco para la elocuencia, escribir sus cartas de amor a Roxana, de manera de por lo menos expresar a su amada sus sentimientos. Roxana, cae rendida ante las palabras de Cristián, confesándole que si bien su amor comenzó por el atractivo físico, ahora está prendada de su alma.

Desvastado Cristián, y desbordante Cyrano, que aún no se atreve a revelar la verdad, ambos marchan al frente, donde Cristián antes de morir pide a Cyrano que explique la verdad a Roxana, algo que no ocurrirá hasta que sea demasiado tarde, y de manera accidental, pues Cyrano prefiere que su prima conserve la imagen de ese amor idílico por siempre.

Cuan fácil resulta resumir una historia tan enorme. Enorme en guiños, recursos, ambientación, orgullo, texto, rimas, métrica… Una obra redonda. Es, en mi opinión, uno de esos pocos casos en los que las musas o la divinidad se conjuran para que un autor cruce los umbrales de la inmortalidad a través de sus personajes, a través de la genialidad.

Bravo, señor Rostand. Bravo, Cyrano.

Mutis.
Eloisa está debajo de un almendro.

Nueva obra teatral a la que sometimos a lectura y comentario en nuestro club. Se trata, sin duda, de una "rara avis" dentro del panorama dramatúrgico español
y como tal crea opiniones encontradas en los lectores y entre los miembros de nuestro club. gustará o no; hara reir a carcajadas o solo arrancará media sonrisa pero lo que es seguro ,y ello por si solo constituye ya un merito, es que no dejará indiferente a nadie.

En la década de los veinte surge en España un grupo de humoristas con una serie de características comunes: la búsqueda de una renovación del humor más acorde con las vanguardias artísticas de la época, su producción en diversos medios: desde revistas de humor como Buen Humor o La Codorniz, al teatro, pasando por la novela o el cuento. Miguel Mihura, Antonio Lara “Tono”, Neville, López Rubio y Jardiel Poncela serían los principales nombres de ese grupo. Fernando Lara y Eduardo Rodriguez señalan esta lista de “cinco hombres que tuvieron parecidas andaduras y que de los cortos relatos satíricos pasaron poco a poco al teatro y al cine”.

Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), como autor teatral, tuvo una clara intención de renovar el teatro cómico de entonces -dominado por el sainete, el “astracán” y la alta comedia con una propuesta considerada una “auténtica novedad en la época”.Su reforma del humor consistía en una evasión de la realidad por medio de lo inverosímil, a pesar de que tuvo que hacer algunas concesiones para asegurar el contacto de sus obras con el público, Jardiel introduce diversos elementos novedosos en sus comedias: lo intrascendente, la fantasía “desbocada”, un humor intelectual e inteligente basado en una nueva concepción de la comicidad, además “hizo uso de elementos de pertenecientes a otros campos artísticos (circo, cine, music-hall)”
En Septiembre de 1932 parte por vez primera hacia Hollywood; allí se dedica a hacer diálogos y guiones de encargo; incluso hizo de actor en La viuda romántica de Louis King, en Primavera de Otoño Eugene Fade y posteriormente (1937) en la adaptación de Usted tiene ojos de mujer fatal de Parellada, hasta que concluye, en Mayo de 1933, su primera estancia en EE.UU. Su segundo viaje a Hollywood comienza en julio de 1934 y se alargará hasta marzo del año siguiente.
En esta ocasión, a parte de ejercer la labor de guionista, llegará a dirigir la primera “película en verso”: Angelina o El honor de un Brigadier (1934). Dejando a un lado su trabajo en Hollywood, el estilo de vida norteamericano no acabó de convencerle y lo satirizó en obras como El amor sólo dura 2000 metros (1941) o el monólogo Intimidades de Hollywood (1933), representado a la vuelta de su primer viaje, en el cual Jardiel se burla de la manera de rodar en Hollywood y desmitifica el star system. Pero también tuvo experiencias positivas, de hecho, entabló relaciones amistosas con talentos de la talla como Charles Chaplin.
Con el fin de la guerra y la llegada del franquismo, la labor de Jardiel relacionada con el cine se ve disminuida (16), a pesar de tener cierto éxito y prestigio en las principales cinematografías hispanoamericanas, en España la “animadversión que le dispersaron prohombres del primer franquismo, le hizo un nombre sospechoso entre la profesión”
La originalidad de Jardiel no reside tanto en la selección de los temas como en la creación de situaciones grotescas, ridículas o increíbles, lo cual consigue por medio de ironías, diálogos vivaces, equívocos, sorpresas o contrastes de estilos y registros, mezclando a menudo lo sublime y lo vulgar.
Su novedad se caracteriza básicamente por: el encadenamiento de situaciones inverosímiles, lindantes con el teatro del absurdo; la utilización medida y rigurosa de la comicidad en el lenguaje, sin abusar del chiste fácil; el dominio absoluto de la construcción dramática, el cual le permite dosificar los efectos de sorpresa y alternar sabiamente los momentos de intriga con los de puro humor; la inclusión de tramas de tipo novelesco o detectivesco, en forma de pastiche literario; el cultivo de un humorismo de raíz intelectual, ingenioso, agudo y mordaz, con tintes que lo acercan al aforismo.
En cualquier caso, siempre bajo el truco, el disparate o la situación más absurda, esconde una dura y amarga crítica a la sociedad, reflejo de su desencantada visión de la realidad.
La obra se divide en tres partes: prólogo, acto primero y acto segundo.
En el prologo se hace una introducción a la obra, al carácter de los personajes y a las diferencias que hay entre le pueblo y la gente rica.

Aparecen una serie de espectadores en un cine de barrio, en espera de que empiece la sesión, y dos señoras que son curiosas por el público porque por allí no se ve a gente vestida de esa grandeza. Estas dos resultan ser tía (Clotilde) y sobrina (Mariana) de la familia de los Briones que vienen de un concierto huyendo, por parte de Mariana, de Fernando, su novio. Él es un chico misterioso que oculta algo sospechoso, lo que le vuelve loca a Mariana. A lo largo del prólogo Fernando anda detrás de Mariana, para llevarla a su finca, que huye de él por no comportarse, en ocasiones, como el chico misterioso que a ella le gusta

En el primer acto aparece la casa de los Briones. En la que se haya Fermín, enseñando sus labores a Leoncio, el nuevo y sustituto criado de la familia. Edgardo, que lleva veintiún años acostado en la cama sin levantarse para nada por un mal de amores, emprende un viaje, en la cama, a San Sebastián con la ayuda de Fermín. Micaela esta empeñada en que esa noche vendrán ladrones a la casa por lo que hace guardia con sus dos perros. Fernando, que había seguido a Mariana durante su última escapada, intenta convencerla, con éxito, de que se vaya con él a su finca. Mientras tanto Clotilde se haya charlando con Ezequiel, el tío de Fernando, en el salón que por casualidad ésta encuentra un cuaderno donde Ezequiel confiesa sus asesinatos de gatos confundidos por Clotilde por mujeres. Alarmada ordena a los criados que no dejen salir a Mariana de la casa, pero ya es demasiado tarde por lo que Clotilde va a buscarla.

En el segundo acto aparece la casa de los Ojeda. Llegan, Fernando con Mariana en brazos, adormilada, a la que deja en un sofá hasta que se despierta. Comienzan a hablar sobre la muerte del padre y de la madre de Fernando que éste le muestra un traje a Mariana que esta escuchando con intensidad y asombro. De cuando en cuando se abre, silenciosamente, la puerta de un armario que observa detenidamente Mariana pero se cierra tan rápido que Fernando no lo puede ver. Cuando Mariana se queda sola aparece su hermana Julia del armario que lleva tres años desaparecida. Entonces Mariana empieza a sospechar de Fernando y pregunta al criado si, en la pared, había antes una alacena porque ella reconocía la casa desde el primer momento en que entró. Empiezan a investigar y en efecto allí había una alacena tapada por el papel de las paredes en la que había una manga del vestido que le había mostrado Fernando, unos zapatos y un cuchillo manchados de sangre. En esto llegan su tía Clotilde y Fermín. Clotilde y Mariana empiezan a hablar sobre lo que ocurre en la casa y acuerdan en que Mariana se viste con el traje que Fernando la había dado, la manga que faltaba y los zapatos y así verían la reacción de Fernando. Clotilde ve a Julia que le cuenta que esta casada con un policía que reside en la casa. Por esto y para resolver el caso Clotilde manda a Leoncio, el nuevo criado, a que traiga los perros de Micaela. Trae a los perros y a Micaela y Edgardo consigo. Antes de ponerse a investigar, cuando están todos reunidos en el salón baja Mariana con el traje por lo que todos se quedan asombrados y Micaela empieza a gritar el nombre de la madre de Julia y Mariana, Eloisa. Ella era la que había matado a Eloisa y la había enterrado en el jardín de los Ojeda debajo de los almendros.


Mutis.
Meggie, la gata.

¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!

Tras la pausa navideña volvemos con las pilas cargadas y con la mayor de las ilusiones para continuar con nuestra apasionante aventura por estos mundos de papel y tablas.

Parafraseando a Fray Luis de León: “como decíamos ayer…”


La última de nuestras lecturas teatrales fue La gata sobre un tejado de zinc caliente obra escrita por, quizá, el más afamado de los dramaturgos norteamericanos contemporáneos, Tennessee Williams, cuyo verdadero nombre era Thomas Lanier Williams. Nacido en Columbus, Mississippi, en 1911, su vida guarda grandes paralelismos con la de los novelistas de la ‘Generación perdida’ –Hemingway, Scott Fitgerald, etc-, pues fue siempre un inadaptado, una persona que nunca halló acomodo en el mundo y que, quizá por ello, se refugiaba en otros imaginarios.
Seguramente, en ello influyera su problemática familia, pero el hecho es que su vida es una permanente dependencia del alcohol y las drogas y un constante coqueteo con la depresión y la locura. También su homosexualidad, en una época en que ésta no era vista como ahora, pudo influir en su carácter.
Pero lo cierto es que pocos dramaturgos presentan una obra de la calidad de la suya. Williams es el retratista por excelencia de la sociedad sureña de Estados Unidos. Pinta ambientes asfixiantes a causa de las rígidas convenciones de aquellas comunidades -que se traslucen materialmente incluso por el clima, de un calor sofocante- y personajes inadaptados que consumen su vida en el alcohol. Obras como ‘Un tranvía llamado deseo’ o ‘Dulce pájaro de juventud’ pertenecen por derecho propio al patrimonio universal del teatro.
La gata sobre el tejado de zinc caliente (1955), Premio de la Crítica y Premio Pulitzer, gira en torno a tres personajes arquetípicos construidos con maestra simplicidad, personajes que aún hoy son reconocibles. Por un lado el joven matrimonio formado por el elusivo y frígido Brick y esa gata hermosa e insatisfecha que es Margaret, y por otro el personaje del padre, el abuelo, el paradigma del sueño americano, el hombre hecho a si mismo, que se enfrenta ahora, en el día de su 65 cumpleaños, a la única situación en su vida que no podrá controlar.

Tal y como apuntamos en la poco menos que “suculenta” (empleando, si me lo permitís, términos gastronómicos) última sesión de nuestro club, esta obra representa el arquetipo de tragedia griega contemporánea. Todos sus personajes están condenados al tormento espiritual a causa de la búsqueda de objetivos que no pueden conseguir. Meggie, probablemente el personaje principal, desea recuperar (si es que alguna vez lo tuvo) el cariño y el deseo de su esposo, Brick, hijo menor del patriarca sureño, a la vez que defiende con uñas y dientes el status de este dentro del clan.Lo pelea como una pantera y su personalidad queda bien definida en esta frase:

"-¿Sabes cual es el triunfo de una gata sobre un tejado de zinc caliente? Aguantar."

Brick, alcoholizado por la perdida de su amigo y “amante”, no quiere más que autodestruirse, pues nunca supo que hacer con la libertad que se le dio desde joven. Pudo alcanzarlo todo pero no consiguió nada por el mal uso de ese libre albedrío que le concedió su padre, a diferencia de su hermano mayor quien, a su vez, busca el respeto (y la herencia) de su padre obedeciéndole en todo y es por eso mismo por lo que recibe su desprecio. Y el abuelo, ese personaje más grande que la propia vida, acostumbrado a que su palabra sea ley, ve ahora como su imperio desaparecerá tras su inevitable muerte, pues el hijo a quien designó como heredero, ese joven e indómito Brick en quien se veía reflejado, ha desperdiciado su talento a causa de la libertad que él mismo le dio para ganar su cariño.Destacables son también los personajes de la abuela, sufrida mujer del patriarca que busca desesperada una estabilidad y la atención de su marido, a pesar de las infidelidades pasadas de este, y el de la esposa de Gooper mujer sureña que ve como su papel dentro de la familia es cada vez menor pues Meggie es mucho más del “agrado” del abuelo a pesar de ser ella quien, a causa de sus múltiples vástagos, perpetua el linaje.

Tennessee concibió la pieza en dos actos, terminándola de una forma bastante “dura” para la época, pues ninguno de los personajes alcanzaba sus objetivos y se quedaba al abuelo solo ante la certeza de su muerte. Sin embargo se le obligó a introducir un tercer acto que dejaría un sabor mucho más dulce en los paladares de una sociedad norteamericana que pretendía obviar sus problemas exteriores e interiores mediante la venta al exterior del final feliz y la consumación del sueño americano.

Completamos el estudio de la obra con el visionado de la primera versión cinematográfica de La gata sobre el tejado de zinc caliente corrió a cargo del director Richard Brooks (1912-1992), que reemplazó a George Cukor, al no haberse atrevido éste a trabajar en una historia que obligatoriamente iba a ser amputada por la censura. A Richard Brooks se le deben notables adaptaciones literarias al cine: Dulce pájaro de juventud, de nuevo sobre una obra de Williams; Los hermanos Karamazov, A sangre fría, El fuego y la palabra, Lord Jim..., a través de las que expresó su crítica a una sociedad marcada por la violencia. Se cuenta de Brooks, como señal de su talante pacífico, que al acabar de rodar una toma no decía "corten", sino "gracias".
Su trabajo en La gata... no fue del gusto del autor de la obra, que denunció incansablemente los recortes de la censura hasta el punto de dirigirse a los espectadores en las colas del cine animándoles a irse a casa: "Esta película va a hacer retroceder 50 años a la industria del cine". El público no le hizo caso y convirtió la película en una de las 10 más taquilleras de aquel año, siendo nominada a seis oscars importantes: mejor película, mejor actor (Paul Newman), mejor actriz (Elizabeth Taylor; se había pensado previamente en Vivien Leigh, Lana Turner y Grace Kelly), mejor director (Richard Brooks), mejor guión adaptado (Richard Brooks y James Poe) y mejor fotografía (William H. Daniels). No obtuvo ninguno de ellos, aunque sí otras nominaciones para los Globos de Oro o los premios Bafta.
Película de diálogos tensos y brillantes, de sólidas interpretaciones, y de un lenguaje cinematográfico que no camufla su origen teatral, ni lo que, en opinión de Haro Tecglen, "parece ser la grandeza de esta obra: una reminiscencia de la grandeza de la tragedia griega en el sur de Estados Unidos, un cruce de pasiones y emociones, de odios, asco, ambición, dominio y posesión...".

Mutis
El Mercader de Venecia.


Comenzamos nuestra andadura por el mundo de las tablas por la mano del genio de Stratford Upon Avon y una de sus creaciones más celebres El Mercader de Venecia. Esta comedia en cinco actos, en verso y en prosa, fue escrita, según algunos, en 1594 (fecha que aventuramos por las claras alusiones en el acto IV, escena I, a la ejecución del judío Rodrigo López el 17 de junio de 1594, bajo la acusación de haber intentado envenenar a la reina Isabel). Según otros, sobre todo por consideraciones hacia su estilo, Shakespeare la culminaría hacia el otoño de 1596. Ambas fechas podrían conciliarse suponiendo una revisión total del texto por parte del autor, lo cual no parece descabellado a tenor de cómo conjuga las dos tramas principales que luego desarrollaremos. La obra fue publicada en cuarto en 1600 y en folio 1623.

Las dos líneas argumentales que componen la trama, la del préstamo hecho por un judío a un cristiano por unas libra de carne, y la de una elección entre objetos de distinto valor, son antiguos y recurrentes. La primera llega a conocimiento de Shakespeare por medio de Il Peccorone de Giovanni Florentino (escrito hacia 1318). El detalle del rapto de la hija del judío le vendría dado por la lectura del Zelauto (1580), un relato de Anthony Munday (1553- 1603). El segundo motivo de la trama le viene por medio de la versión de Richard Robinson de los Gesta Romanorum, obra publicada según parece en 1517. Ambas tramas pudieron encontrarse ya reunidos en un drama preexistente, El Hebreo (1578), del que sólo conocemos indirectamente su argumento: "la codicia de los que prefieren los bienes terrenos y el alma sanguinaria de los usureros". Shakespeare refundió probablemente este drama conservando de él alguna parte, quizá los versículos contenidos en los cofrecillos.

Bassanio, noble veneciano que ha malgastado su caudal, pide al rico mercader Antonio, amigo suyo, tres mil ducados para poder continuar dignamente con el cortejo a la noble y rica heredera Porcia, que vive en Belmonte. Antonio, que ha empleado todo su dinero en negocios de ultramar, le dice a Bassanio que utilice su nombre para conseguir que algún prestamista le adelante dicha suma. Basando recurre entonces a Shylock, usurero judío insultado anteriormente por Antonio dada su condición de judío y usurero. Shylock consiente en prestar el dinero bajo una sola condición: si la suma no es devuelta en el plazo fijado, Shylock tendrá derechos a cobrarse una libra de carne del cuerpo de Antonio. Es obligado decir que Antonio accede sin reparos a la petición de su amigo porque, íntimamente, está enamorado de él.

Enlazamos ahora con la segunda línea argumental: Porcia. Por disposición testamentaria de su padre, se casará con el pretendiente que, de entre tres cofrecillos (uno de plata, otro de oro y un tercero de plomo) escoja el que contenga el retrato de la dama. De todas partes llegan ilustres pretendientes que, huelga decirlo, fracasan en su elección. Solo Bassanio, en sensata reflexión, escoge el cofre correcto y se casa con Porcia.

Mientras tanto, en Venecia, llega la noticia de que los navíos de Antonio, uno tras otro, han naufragado, que su deuda no ha sido satisfecha dentro del plazo convenido y que Shylock, envilecido por la traición que sufre a manos de su hija Jessica, exige su libra de carne. El asunto es llevado ante el Dux, máxima autoridad en la República de Venecia.

Se suceden entonces una serie de eruditos monólogos y juegos de identidades falsas (tan del gusto Shakepereano y de la época Isabelina) antes del final de la comedia, el cual no es tiempo ni lugar de desvelar. Esta obra figura entre las más famosas de Shakespeare, sobre todo por la construcción del complejo personaje de Shylock, dibujado con robustez y veracidad y que ha movido siempre a los grandes actores a representarlo. Tiene escenas que figuran entre las más dramáticas y brillantes de Shakespeare: la escena del contrato; aquella en que Shylock se lamenta por la fuga de su hija con sus ducados; la de la elección de los cofrecillos por parte de Bassanio; la escena ante el tribunal de justicia o la de la música del claro de luna.

No obstante no somos indiferentes ante las aparentes incongruencias que sufre la obra al saltar de momentos más o menos cómicos a otros con una gran carga dramática. Se ha llamado la atención sobre este aspecto y, en ocasiones durante su lectura, nos preguntamos si sería esta la intención de Shakesperare o si son dos obras diferentes que el autor tuvo que “fundir” para su mejor representación ante el temor de que por separado no fueran del agrado de empresarios y público. Quizá el autor, ante la extrema crueldad del tema central, quiere distraer al público hábilmente con las escenas que se desenvuelven en la villa de Porcia. De igual forma, por ejemplo, después de la escena culminante del proceso que nos dejará una impresión fuerte y amarga, podemos solazarnos con la poesía de la música y el dialogo de los amantes. Desgraciadamente nunca sabremos la verdadera intención del autor y solo podemos llegar a esbozar tenues suposiciones.

Si es destacable, asimismo, la atmósfera de la obra, que tiene un notable carácter italiano no solo por los nombres de los personajes y las menciones precisas al Rialto (aquel pontón que unía Venecia con la tierra firme) o a Belmonte (el reino imaginario que ha sido identificado con Montebello y Papua), sino tambien por cualidades más generales han hecho ver a más de un estudioso dos aspectos eminentemente renacentistas: el mundo de los mercaderes y el refinamiento artísticos de las distraídas costumbres italianas, una clara contraposición a la siniestralidad de los dramas isabelinos.

Mutis.
  • IV encuentro de clubes de lectura de Extremadura

    el próximo 02 de Octubre (sábado) tendrá lugar en Mérida, en la Biblioteca Municipal Juan Pablo Forner el IV encuentro de clubes de lectura de Extremadura.

    más información, entrad en la página del Plan de Fomento de la Lectura de Extremadura.